Cuando fuimos a la prueba del menú, nos dieron 2 opciones de vino blanco y 2 de tinto. Y no nos gustaron los tintos. Pero a través de mi hermano pudimos conseguir otras opciones, con un distribuidor amigo suyo, aunque todavía teníamos que elegir entre 2 opciones.
Y ayer, con unos amigos, organizamos una cata a ciegas. Fue divertido intentar adivinar cuál de los dos era el mejor (o al menos el más caro), y hacernos los entendidos diciendo si sabía a madera, afrutado o incluso a minerales. No me lo invento, lo ponía en la botella.
El caso es que yo acerté. Por algo Mr. Argu me dice que yo podría ser una "super nariz", una persona de esas que se dedican a catar vinos, o aceites, o incluso aguas! Hay gente que hace catas de agua!!! Que ya me los imagino "este sabe a cañería, este al agua de la fuente de mi pueblo...".
Esperamos que a los invitados les guste el vino tanto como a mí, que para no gustarme el vino tinto ya me contaréis qué hacía yo con los labios negros de tanto beber.
Y si no, pues siempre nos quedará el kalimotxo...
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