martes, 4 de septiembre de 2012

El maquillaje y un momento inolvidable

El maquillaje estaba claro: típico maquillaje que hace que parezca que no vas maquillada. Yo creo que Inés, de Valdés Sobrecueva lo consiguió con creces. Y nunca la olvidaré porque me aportó el momento de mayor paz de toda esa semana.

Ya de por sí los días anteriores a una boda son días de nervios. Pero si a ello le añadimos que estábamos en una casa con mis suegros, mis cuñados, mis sobrinas y mi sobrino recién nacido (que es un bendito y en honor a la verdad, era como si no estuviera), 4 perros y 2 gatos... Mr. Argu y yo llegamos al viernes de esa semana un pelín estresados.

El viernes tenía cita para hacerme la manicura y la pedicura. Las primeras que me hacía en toda mi vida.

Y la experiencia no pudo ser mejor. Charlamos tranquilamente y después vino el momento. Me dejó en la salita, tumbadita en la camilla, con la luz apagada, música rollo chill out (ahora ya no recuerdo si la música sólo estaba en mi cabeza, sólo sé que realmente me sentí muy a gusto) y sólo yo y mis pensamientos. Un cuarto de hora fue suficiente para cargarme las pilas y salir pitando a decorar el Ayuntamiento... pero eso ya os lo contaré otro día.

Esa noche, tal como tenía planeado y os conté aquí, dormí con mis dos mejores amigas. V quiso darme una sorpresa, que estuvo preparando desde varios meses atrás: un libro en el que mis amigos decían cosas increíbles sobre mí, recordaban momentos vividos y me daban consejos (algunos tan útiles como: para que tu matrimonio vaya bien, déjale salir con sus amigos los fines de semana...). La verdad es que no me canso de hojearlo. Y es que a todos nos gusta que nos digan cosas bonitas y nos hagan la pelota.

La cuestión es que al día siguiente, mientras me maquillaba para el gran día, estábamos charlando animadamente, sobre los planes de luna de miel, los preparativos de la boda, si estaba nerviosa o no... y recordé el libro. Sólo una lágrima cayó rodando por mi mejilla, pero fue suficiente para que un churretón negro (el rimmel waterproof aun no se había secado) adornara mi cara. Pobre Inés! Sólo le faltaba una novia llorando antes de empezar!

Menos mal que era una profesional como la copa de un pino, y con algo de psicóloga... y todo quedó perfecto.

Como ya me veía que me iba a emocionar, me dio indicaciones sobre cómo secarme las lágrimas, dando golpecitos con el pañuelo, sin frotar para no cargarse el maquillaje. Tantas veces había visto ese gesto en la tele y que me parecía tan cursi, y ahora era yo quien lo hacía... (de hecho lo he visto hace poco en un vídeo de la boda y me da vergüencilla...), y es que la boda, muy a mi pesar, tenía que tener algún toque cursi.

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