martes, 17 de enero de 2012

Cuando yo decía que nunca me casaría

Cuando yo era joven... que sí, que ahora soy joven también, pero ni tan idealista, ni con tanta energía como solía tener.
En fin, cuando yo era joven y llevaba ya tiempo saliendo con mi novio de entonces, me sentía tan por encima de los convencionalismos que decía que ni me casaría ni tendría hijos. Ambos decíamos que como mucho haríamos una fiesta por nuestro amor. De hecho, en una máquina de estas del metro en las que puedes hacer tus tarjetas de visita, llegamos a imprimirnos una especie de invitación en la que invitábamos a la gente a nuestra celebración, con todo el glamour que entonces nos creíamos tener. Vamos, que invitábamos a la gente a un botellón en el descampado de Las Reparadoras en Majadahonda y nos quedábamos tan anchos.
Por suerte esto nunca llegó a celebrarse.
De todas formas, cuando dijimos que nos íbamos a casar, a mi cuñado le extrañó, no ya que nos casásemos, sino que yo quisiera una ceremonia y celebración más o menos tradicional. Supongo que aun despido ese halo de inconformismo. Pero no os confundáis, porque me gusta un vestido blanco, un ramo, una fiesta por todo lo alto y declarar mi amor en público como a la que más.
Y no hablemos de lo de tener hijos, porque ahora cada vez que veo a un bebé, babeo más que Falete en un bufet libre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario