lunes, 30 de enero de 2012

Estrenando hasta el más mínimo detalle

Una antigua compañera de trabajo me ha pedido que hable sobre la ropa interior del día B. No me extraña esta petición viniendo de ella, aunque con ella podría esperar que me hubiera hecho cualquier pregunta de temática "picante". Recuerdo aquellos inventarios en la tienda hablando sobre sexo. Qué nostalgia.
Al probarme el vestido, la dueña de la tienda me dijo, con muy buen criterio, que tenía que comprarme un conjunto especial para el día de la boda, e ir con el sujetador a las pruebas, de manera que así viese cómo me iba a quedar realmente, ya que todas sabemos que un bonito vestido puede arruinarse si no llevas la ropa interior adecuada. La idea era realzar, pero sin poner demasiado relleno.
Fui a esos grandes almacenes en los que todos estáis pensando, porque lo mejor era alejarse de Women Secret y Oysho para algo así. Quedé con una amiga, y allá que nos recorrimos toda la sección buscando sujetadores color blanco, champán, crema, y todos esos sinónimos de los que los hombres nunca tendrán ni idea. A la dependienta no quise decirle de primeras que era para novia, porque ya sabía que me daría lo más caro, porque como todo el mundo piensa, un día es un día. Pero rápidamente lo supo, y le hicieron los ojos
Dicho esto os comentaré que nunca una mujer me había mirado tanto las tetas. Llegó a ser incluso incómodo, no me miraba a la cara, sus ojos no subían más allá de mi cuello, porque claro, ella era una profesional de lo suyo. Y tras probarme sujetadores de todas las marcas, encontré dos claros candidatos, uno de una marca normal y corriente, con un precio razonable, pero que yo nunca hubiera pagado por un sujetador, y uno de La Perla. Ninguno de los dos era especialmente bonito, pero quedaban bien y hacían el efecto deseado. Pero podéis imaginar que comprar el de La Perla era como si cogieran mi tarjeta del triangulito verde y la prendieran fuego. Pero me compré los dos. Como el que descartase lo podía devolver, mi plan era probarme con el vestido el sujetador "barato" primero, y si ese me iba bien, ni siquiera probarme el otro. Aunque mi madre se emperró en que me tenía que probar los dos, para saber cuál me quedaba mejor.
Sólo diré que ganó el "barato", porque con el vestido puesto no había diferencia visible, y mi bolsillito lo agradeció profundamente.

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